BIO
Ignacio Estudillo (Jerez de la Frontera, 1985) estudió en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Allí compartió escenario formativo con otros artistas y fue asumiendo la realidad de la profesión asistiendo a cursos, exposiciones y premios de pintura.
Ignacio ha sido reconocido en el Premio Emilio Ollero, Bienal de Artes Plásticas Rafael Botí, Premio Díaz-Caneja, Medalla de Oro de la Exposición de Otoño de la Academia de Bellas Artes de Sevilla, Premio Colección Los Bragales en la Feria de Estampa de 2017 y además fue premiado en dos ocasiones en el BP Portrait Award que organiza la National Portrait Gallery de Londres.
Por otro lado, ha obtenido becas como la Mario Antolín que se otorga en el premio BMW de pintura, Antonio Gala, Encuentra o Iniciarte; estando su obra en colecciones como la BMW o CAC Málaga, en Fundaciones como Cosentino, Antonio Gala, María Cristina Masaveu-Peterson, Rucandio, Rafael Botí o Giorgio Cini de Venecia; y museos como Rafael Zabaleta o Casa Ibañez. Actualmente vive y trabaja en Granada.
Son una serie de piezas de diferentes formatos donde se pueden ver naturalezas genuinas, unas que pertenecen al mundo del hombre, unas vistas frondosas, violentas y armónicas. Estas pinturas se construyen desde la conjunción de varios actores orgánicos, donde lo referencial y lo pictórico actúan y conviven como experiencias iguales dentro del formato, dentro de esta otra realidad. Estas pinturas forman escenas donde no se tienen referencias espaciales al carecer de suelo, cielo y línea de horizonte; esto hace que no permitan ser recorridos ni da la posibilidad de ubicarse. Además, están llenas de elementos y obstáculos que te pueden hacer daño y que no te dejan entrar. No queda espacio, casi no cabe una pincelada más. Son imágenes llenas de diagonales que van de un sitio a otro pero que nunca muestran profundidad por la que adentrarse. Huyen del trampantojo y de equivalencias espaciales para focalizar la mirada en la superficie. Son piezas que insisten en ser recorridas en términos de pintura.
Aun así, las construcciones muestran ficciones que son habitables de una manera intensa, en el sentido de una especie de romería en el viejo paganismo, entendiendo por sentido algo que tiene que ver con intensidad y deseo, no solo significado y relato. El paganismo de D. H. Lawrence es una especie de llamada de atención o de estructura de atención que nos dice: ojo, aquí hay un dios, o puede haber un dios de paso.
Lawrence también dice que de algún modo la vida pagana era perfecta en sus detalles. Que el mundo esté lleno de dioses significa que el mundo esté lleno de potencias, pero no potencias desde una lógica capitalista productiva y de mercado. Esto me lleva a cómo pintaban el espacio los pintores flamencos de la época del renacimiento. Su forma de trabajar la perspectiva con varios puntos de fuga que daban a cada fragmento toda la atención. El nivel de detalle de la lámpara del Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa de Jan Van Eyck. Pintores de detalles. El punto de vista hacía que ninguna parte fuera dominadora, todos los elementos viven entre, estratégicamente, para montar la composición, la relación de los elementos. Disrrupted narrative, ninguna idea rectora como principio en lo formal. El punto de vista con el que pintaban todo a través del parpadeo.
Esos detalles, fragmentos, potencias aisladas en piezas concretas. Los dioses de cada parte de Construcción de paisaje. En el mundo barroco de Deleuze, no es un arte de las estructuras sino de las texturas, una proliferación de pliegues y fractales, un mundo de capturas más que de clausuras. Los fragmentos, las muestras. Como el Biggle. Un safari, el análisis, una taxonomía, de lo mostrable a través de la práctica de la pintura de formato (tradición, estrategia y proceso) en el contexto actual de la recepción a través de la instalación y la imagen.
Este trabajo forma parte de mi proyecto donde estudio, aprieto y contextualizo el medio pintura de formato y el lenguaje a través del punto de vista, el color y la textura.
